Hemos leído y aprendimos y recordamos, por ejemplo: “Tu existencia es paso por donde se cruzan otras existencias. Ahí radica el valor de tu vida. En tu aporte a la causa de la trama de las vidas ajenas que no conoces.Trama que será, que se hará, pero que momentáneamente es misterio, y el misterio se llama Dios. La zarza que arde y no se consume, en el desierto, en cualquier lado.
No hay caminos, hay pasos, y estos se hilvanan en caminos múltiples, ignotos. El paso que se da o no se da. El paso del pasado, o el paso nunca nacido, que ahora se descubre y produce el milagro. El hilo que se anuda al ser nuevo e inunda la trama de color inédito. Esa es la fe, es la trama que se hace bajo tus pies, delante de tus ojos, en tus oídos.
Trama que cuando se haga, a su vez, será apariencia, porque será momento y pasaje hacia otra trama desconocida, que a su vez se llama Dios.
Estamos rodeados, bordeados, hundidos de Dios y de misterio y de asombro. Eso es el hombre: un ser que después de saber aprende que no sabe, porque saber es dominar, prever, y tu y yo y nuestros respectivos amigos, y nuestros hijos, y mi esposa, todos somos imprevisibles. Asombro, admiración y espera.
Estás para algo. Para llegar a la costa. Haz lo tuyo. El resto lo hará el azar, el viento, los pasos que a veces no parecieran nuestros, sino más bien fuéramos nosotros de ellos.
Qué es la música? Es Dios? No le des nombre. Escúchala. Edúcate para escucharla, para apreciar que conexión hay entre esa tortuga que ahora mismo camina entre nosotros, las plantas que la rodean, los cielos, tu mano, mis labios y las palabras que se introducen en el aire y ahí se pierden. Aprende a escuchar, a entender, a ver, a sentir. Nunca digas “Dios”. No es una palabra, no es una definición. Es la plenitud de tu vida. Dios se vive, no se dice.
Las palabras, las palabras… Son nuestros aliados mayores, pero a veces… suplantan a la vida, se fosilizan, se hacen frases anquilosadas, y todo lo anquilosado no es vida, es muerte. Aprende a vivir los grandes momentos sin comentarios, sin definiciones, simplemente temblando".
No hay caminos, hay pasos, y estos se hilvanan en caminos múltiples, ignotos. El paso que se da o no se da. El paso del pasado, o el paso nunca nacido, que ahora se descubre y produce el milagro. El hilo que se anuda al ser nuevo e inunda la trama de color inédito. Esa es la fe, es la trama que se hace bajo tus pies, delante de tus ojos, en tus oídos.
Trama que cuando se haga, a su vez, será apariencia, porque será momento y pasaje hacia otra trama desconocida, que a su vez se llama Dios.
Estamos rodeados, bordeados, hundidos de Dios y de misterio y de asombro. Eso es el hombre: un ser que después de saber aprende que no sabe, porque saber es dominar, prever, y tu y yo y nuestros respectivos amigos, y nuestros hijos, y mi esposa, todos somos imprevisibles. Asombro, admiración y espera.
Estás para algo. Para llegar a la costa. Haz lo tuyo. El resto lo hará el azar, el viento, los pasos que a veces no parecieran nuestros, sino más bien fuéramos nosotros de ellos.
Qué es la música? Es Dios? No le des nombre. Escúchala. Edúcate para escucharla, para apreciar que conexión hay entre esa tortuga que ahora mismo camina entre nosotros, las plantas que la rodean, los cielos, tu mano, mis labios y las palabras que se introducen en el aire y ahí se pierden. Aprende a escuchar, a entender, a ver, a sentir. Nunca digas “Dios”. No es una palabra, no es una definición. Es la plenitud de tu vida. Dios se vive, no se dice.
Las palabras, las palabras… Son nuestros aliados mayores, pero a veces… suplantan a la vida, se fosilizan, se hacen frases anquilosadas, y todo lo anquilosado no es vida, es muerte. Aprende a vivir los grandes momentos sin comentarios, sin definiciones, simplemente temblando".
